Poeta, narrador ensayista y Catedrático de Literatura Española por la Universidad de Granada. Su poesía se caracteriza por un lenguaje coloquial y por la reflexión a partir de acontecimientos o situaciones cotidianas. La característica principal de sus versos es la estructura casi novelística, un personaje que cuenta a partir de la memoria la conciencia poética: “Hay momentos también en que dejamos / las palabras de amor y los silencios / para hablar de poesía”.
Pertenece a la tendencia lírica nominada “nueva sentimentalidad”: “Yo vengo sin idiomas desde mi soledad, / y sin idiomas voy hacia la tuya.” Es merecedor del Premio Ramón López Velarde en México y es nombrado Hijo Predilecto de Andalucía. En 2018 recibe el Premio Paralelo 0 en Ecuador.
Uno de los protagonistas de la generación de los 80; Montero se pregunta sobre la utilidad de la poesía y su obra representa la diferencia entre soledad y aislamiento, sus versos son un espacio público para establecer un diálogo con sus lectores y sus conciencias.
Montero tiene como tema principal es en sí la poesía, también como metáfora para entrar en contacto con el mundo: “La poesía es inútil, sólo sirve / para cortarle la cabeza a un rey, / o para seducir a una muchacha”. También acoge los sentimientos, la ciudad y el tiempo; así teje sus versos junto a sus lectores, al azar, buscando intimidad.
El yo se mezcla con lo colectivo, diseña una realidad imaginada, soñada y regala al lector una experiencia nueva de meditación: “¿Has conseguido respirar la nube / de tu tranquilidad, / el pacto de los cuerpos con el humo?”. Luis García Montero escribe con sabiduría, con esperanza, ternura y denuncia de la injusticia en la actualidad tomando parte de la responsabilidad del mundo y eso manifiestan sus versos, conciencia cívica.
Vocación y pasión definen su obra poética, un intento emocional –e inteligente- de abordar la fealdad y el dolor colectivo que no puede ignorarse y además, su legado ayuda a reconocer la felicidad como una experiencia de belleza y solidaridad: “Sé que cada ilusión / tiene formas distintas / de inventar corazones o pronunciar los nombres / al coger el teléfono.”
Rocio Bolanos
Dedicatoria
Si alguna vez la vida te maltrata,
acuérdate de mí,
que no puede cansarse de esperar
aquel que no se cansa de mirarte.
El amor
Las palabras son barcos
y se pierden así, de boca en boca,
como de niebla en niebla.
Llevan su mercancía por las conversaciones
sin encontrar un puerto,
la noche que les pese igual que un ancla.
Deben acostumbrarse a envejecer
y vivir con paciencia de madera
usada por las olas,
irse descomponiendo, dañarse lentamente,
hasta que a la bodega rutinaria
llegue el mar y las hunda.
Porque la vida entra en las palabras
como el mar en un barco,
cubre de tiempo el nombre de las cosas
y lleva a la raíz de un adjetivo
el cielo de una fecha,
el balcón de una casa,
la luz de una ciudad reflejada en un río.
Por eso, niebla a niebla,
cuando el amor invade las palabras,
golpea sus paredes, marca en ellas
los signos de una historia personal
y deja en el pasado de los vocabularios
sensaciones de frío y de calor,
noches que son la noche,
mares que son el mar,
solitarios paseos con extensión de frase
y trenes detenidos y canciones.
Si el amor, como todo, es cuestión de palabras,
acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma.
Canción de aniversario
“…incómodos
de no sentir el peso de los años”.
J. Gil de Biedma
Son
extrañamente hermosos todavía,
estos labios de hace ahora tres años
y me parece inédito
el gesto de tu beso,
este llegar aquí cada vez más tranquilo,
con la serenidad
del que tiene por cómplice la vida
y su rutina.
Hoy sabemos que entonces,
cuando tus veinte años y mi primer abrazo,
empezamos por ser
sobre todo indecisos: la tímida torpeza
de la primera noche
y la dificultad
con que dejar las manos
en el hábito infiel de nuestros vicios.
Ahora
extrañamente hermoso estar aquí,
demasiado a menudo y decididos,
incómodo
de no sentir el peso de los años
aprendiendo contigo la premeditación
y escribiendo en tu piel mi alevosía.
Porque suele haber bancos donde se espera siempre,
aceras que prefieres por costumbre
o líneas de autobús al mediodía.
Y sin embargo tú
reapareces inédita en tu gesto
para decirme hoy
que le conteste al tiempo y sus preguntas
el práctico saber que tienes de mi cuerpo.
Nuestra noche
Quisiera perseguir algún poema
que hablase de mis noches, nuestra noche,
la misma noche cálida de rostros conocidos,
en el mismo rincón, ya no hace falta
preguntar lo que bebe cada uno.
Escribir, por ejemplo, puedo cerrar los ojos
y todo sigue igual, abro despacio
la puerta fría de color madera,
intimidad con humo de luz almacenada,
y risas en el fondo,
y una voz que denuncia mi costumbre
de llegar siempre tarde.
Escribir, por ejemplo, son ahora
mucho menos frecuentes estas noches,
y recuerdan inviernos negociados
con renta de amistad,
y tienen algo
de temblor fugitivo.
Las caras han cambiado, saben cosas
y se parecen más a nuestras vidas.
Escribir, por ejemplo, que los ojos,
cuando pasa la noche y en la calle
duele la luz del alba,
tienen otra manera de mirarse,
un modo más avaro de pensar
en los años, los meses, las semanas,
los días y las horas.
Noche eterna, tal vez
será mejor llamarte reincidente.