La primera mujer miembro de la Real Academia Española desde 1978. Fue poeta, periodista, novelista, estudiosa, editora. Es considerada una de las autoras españolas más representativas del siglo XX.
Su obra poética contiene aproximadamente treinta poemarios, e inéditos que se encuentran en la antología que ella realizó en 1996. Fue galardonada con varios premios a lo largo de su trayectoria incluyendo el Premio Nacional Simón Bolívar de Siena (Italia)(1954), Premio Adelaida Ristori del Centro Culturale Italiano (1979) y Premio Ateneo de Sevilla (1980), entre otros.
“Me voy quedando sola en este mundo,/ porque en el otro crecen mis amigos eternos”. Carmen indaga en el misterio de la poesía, en ciertos versos se deja ver la impronta de Gustavo Adolfo Bécquer. La autora muestra su realidad interior, la noción del tiempo, la esencia de las ideas.
Sus ejes son la luz y el color, se encarna en la voz de quien escribe, desde el subconsciente: “Es igual que reír dentro de una campana: / sin el aire, ni oírte, ni saber a qué hueles.” Interpreta los fragmentos de la vida como evaluar una fotografía en una exposición, con una estructura clara, y estímulos intuitivos: “Arriba de mi aurora cantó un pájaro / y yo lo repetí con inefable/ claridad sin horizonte ni medida.”
Poseía un anhelo de inmortalidad relacionada con el amor, que no reconoce tiempo ni su paso y la vuelve inmortal: “Yo solo sé del amor / que me tuvo enamorada”. “Yo no pregunto adónde me llevas. / Ni por qué. / Ni para qué. / ¿Tú quieres caminar?, pues yo te sigo”.
“Son tus brazos los mismos de otros días, / y tiemblan y se cierran en torno de su cuerpo.” Se aprecian versos que tiene que ver con el gozo, la pasión, la exaltación.
Enfrentó también el dolor de una pérdida: “A María del Mar, / que se fue a bordo de su nombre” y lo encara con la poesía y su luz aún en los momentos más terribles, de esta manera conecta con sus lectores y los lleva a sentir el contacto con el mar y la naturaleza a través de sus versos: “allí donde la arena borra formas, / allí quisiera ser abandonada.”
Rocio Bolanos
Amor
Ofrecimiento.
Acércate.
Junto a la noche te espero.
Nádame.
Fuentes profundas y frías
avivan mi corriente.
Mira qué puras son mis charcas.
¡Qué gozo el de mi yelo!
El universo tiene ojos
Nos miran;
nos ven, nos están viendo, nos miran
múltiples ojos invisibles que conocemos de antiguo,
desde todos los rincones del mundo. Los sentimos
fijos, movedizos, esclavos y esclavizantes.
Y, a veces, nos asfixian.
Querríamos gritar, gritamos cuando los clavos
de las interminables vigías acosan y extenúan.
Cumplen su misión de mirarnos y de vemos;
pero quisiéramos meter los dedos entre sus párpados.
Para que vieran,
para que viéramos frente a frente,
pestañas contra pestañas, soslayando el aliento
denso de inquietudes, de temores y de ansias,
la absoluta visión que todos perseguimos.
¡Ah, si los sorprendiéramos, concretos,
coincidiendo en la fluida superficie del espejo!
Nos mirarán eternamente,
lo sabemos.
Y andaremos reunidos, sin hallarnos como mortales
en tomo a la misma criatura intacta
que rechaza a los ojos que ha creado.
¿Para qué, si no vamos a verla, aunque nos ciegue,
hizo aquellos y estos innumerables ojos?
Hallazgo
Desnuda y adherida a tu desnudez.
Mis pechos como hielos recién cortados,
en el agua plana de tu pecho.
Mis hombros abiertos bajo tus hombros.
Y tú, flotante en mi desnudez.
Alzaré los brazos y sostendré tu aire.
Podrás desceñir mi sueño
porque el cielo descansará en mi frente.
Afluentes de tus ríos serán mis ríos.
Navegaremos juntos, tú serás mi vela,
y yo te llevaré por mares escondidos.
¡Qué suprema efusión de geografías!
Tus manos sobre mis manos.
Tus ojos, aves de mi árbol,
en la yerba de mi cabeza.