Waldo Leyva (Cuba, 1943)

Waldo Leyva (Cuba, 1943)
 
 

Poeta, periodista, ensayista y narrador cubano.  Merecedor del Premio de poesía, Editorial Arte y Literatura, Cuba, 1976 y el X Premio Casa de América de Poesía Americana en 2010, con la obra El rumbo de los días. Su obra ha sido traducida en italiano, inglés, francés, ruso, alemán, búlgaro, árabe y otros idiomas.

Sus versos son la voz de la mirada del mundo hacia el interno de sus lectores; los ejes sobre los que escribe son los sentimientos cotidianos, sueños, misterios, el pasar del tiempo y la vida. Waldo invita y permite crear referencias permanentes, describir sentimentalmente imágenes con maneras de expresarse desde un tono poético: “El fin no es tocarlo sino perseguir el sueño.”

El lector encuentra una comunicación directa, la densidad de las cosas simples, de la realidad cualquiera que sea: “No tengo el preparado de aguardiente/ con las yerbas de monte pero bebe, bebe conmigo/ este añejo hecho con las mejores aguas de la tierra. // Los muertos beben solos.”

Lo que llega al corazón es la manera de abordar los temas con propiedad. “…Voy a soplarte un poco el esqueleto/ para verte entrar de nuevo a la ciudad/ dando gritos,/ llenando de poesía las paredes,/ los parques,/ las ventanas,/ como si el hambre fuera un poeta desesperado/ y la ciudad/ un pedazo de pan inalcanzable…”.  Así es, íntimo que proyecta la poesía hacia una dimensión mágica de sonetos, décimas, verso libre e incluso la métrica.

Waldo posee consistencia: “Pero resulta, amor, que no es mañana, / que el horizonte es sólo esta ventana” Maneja el tiempo con un sentido que danza entre pasado y futuro. No se compara sino más bien se relaciona, con sus versos, con quien lo lea y esa vínculo se convierte en un estado de gracia.

Rocio Bolanos

 
 
 
 
II
 
Esta es la patria
una ventana abierta
y otra cerrada.
 
 
 
 
 
 
III
 
Prefiero el sol
la llaga de la sombra
es incurable.
 
 
 
 
 
 
V
 
Inquieto el mar.
Saltando sobre el muro
es el invierno.
 
 
 
 
 
 
Para esperarte cuando llueve y demoras
 
Está abierta de nuevo la ventana,
es de noche, la lluvia va a empezar,
te busco creyendo que es mañana
y a lo lejos un barco inventa el mar.

La soledad resulta esta ventana,
suerte de soledad de par en par,
porque es de noche y llueve y no es mañana
y a lo lejos un barco inventa el mar.
 
Puedo pensar que vienes en la lluvia,
tallado el cuerpo en agua, con la rubia
locura de tu pelo contra el viento;
 
Pero resulta, amor, que no es mañana,
que el horizonte es sólo esta ventana,
que como el barco al mar, también te invento.
 
 
 
 
 
 
Monólogo Final
 
La oscuridad tiene tu olor,
mi olor,
y ese otro perfume
que nace de la piel
cuando se juntan nuestros cuerpos.
Cierra los ojos.
Toca mi cara.
Tus dedos borrarán la sombra,
no importa que sea de noche,
no importa que desconozcas
el rostro que tendré al amanecer.
Cada segundo puede ser toda la vida.
Mañana mi piel estará seca,
o deshecha en el aire
o será un verde germinal
o un rojo efímero,
pero ahora las yemas de tus dedos
tienen toda la luz.
Perdono al porvenir.
Las trampas que he tendido
tienen la misma inocencia
del juego de la alquimia.
Para el hombre no existe otro destino
que el manantial inédito.
 
Toca mi rostro,
sálvalo en la memoria de tus manos.
 
 
 
 
 
 
Utopía
 
Qué color puede tener mañana el día.
Estamos en verano,
si te detienes a pensar,
si juntas todas las horas de tu vida,
tal vez logres imaginar los olores del amanecer,
el canto de algún pájaro perdido,
los ojos del que va a tocar tu puerta.
Ningún día es igual y tú lo sabes,
pero quieres que mañana
y todos los mañanas de mañana
se parezcan a un día de hace tiempo,
quizá no todo el día, ni siquiera una hora,
sólo el minuto aquel, el segundo preciso,
en que pudiste ver, como en un sueño,
el azul intocable de esa Isla.