David Cruz (Costa Rica)

David Cruz (Costa Rica)

 
 

David Cruz, poeta, periodista y publicista costarricense. Su poesía ha sido traducida parcialmente al francés, inglés, japonés y portugués, además ha colaborado en diferentes revistas con relatos, reseñas y poemas.

Sus textos tienen una mirada nostálgica, la visión íntima de las vidas comunes y corrientes con las que se encuentra, cuentan la intimidad de lo humano: “Sus lágrimas tienen vértigo y son como nubes grises / que se desprenden hacia el abismo”.

Merecedor de varios galardones, entre ellos el VII Premio Mesoamericano de Poesía “Luis Cardoza y Aragón” 2011 y su obra poética es de las más reconocidas entre la nueva generación de poetas dentro y fuera de Costa Rica.  Cruz es potente, amigable y su voz poética refleja un lenguaje fresco, urbano y natural; mezcla temas de música, conexión emocional, ciencia y tecnología: “No hará yoga en la Costa del sol/ para olvidar su pasado en un laboratorio/ de Detroit o Tokio”; mantiene entre sus versos un sentimiento de tristeza melancólica tan real que se convierte en un modelo que refleja a sus lectores: “VII – Epitafio / Regresar es siempre estar / de pie frente a mi tumba: / América.”

Una llave hacia el centro de América, un viaje para alabar la tierra, el cuerpo, el caos de la soledad o la calma del tumulto; poemas con una lupa sobre la migración, la sangre: “Cientos de años de viaje. / En el camino / han muerto mis padres. / En el camino / nacerán mis hijos.” Y el amor: “En mi cabeza hay versiones infinitas / de todo lo que alguna vez quisimos ser.”

Rocio Bolanos

 
 
 
 
EL CAZADOR
 
Ayer fui a buscarte.
La luna
amenazaba
quebrar los pinos.
El río estaba congelado.
Su rojo profundo
me salpicaba en la cara
al pisar la escarcha.
No te encontré.
En la sombra
todas las flechas
me apuntaban al pecho.
 
 
 
 
 
 
LADO B
 
¿Se puede creer en la eternidad cuando transcurren los
                                               segundos
entre una canción y otra?
 
Ese silencio que deforma la nostalgia hasta convertirla
en un baúl sin fondo donde se pierde el tiempo.
 
Nadie aprende el arte de olvidar sin antes no haber
                                               perdido la vida.
 
 
 
 
 
 
TRACK 3
 
A ella le gusta llorar mientras escucha The Beatles.
Imagina pájaros que atraviesan la tarde
y se llevan sus derrotas.
Frente a un espejo imita un bajo melancólico:
se sabe las letras de memoria.
Sus lágrimas tienen vértigo y son como nubes grises
que se desprenden hacia el abismo.
¿Qué diferencia hay entre un fósforo que se funde
y la soledad en sus ojos
con la esperanza de una llamada?
 
A ella le gusta llorar mientras escucha The Beatles.
Camina con las dudas de marzo.
Cruza la calle para no encontrarse con la muerte.
Le gustan las flores, pero colecciona espinas.
En noches de luna siente la luz bañarla,
ve todos sus amores fallidos
igual que un hotel
                    abandonado.
 
Extraña los días raros, la cerveza escarchada,
cavar sobre sí misma y encontrar el significado de las
                                               palabras,
las películas que no ha visto,
los besos que no ha dado,
los silencios como mapas sin interpretar.
 
A ella le gusta llorar mientras escucha The Beatles.
                      A mí sólo me gustaría llorar con ella.
 
 
 
 
 
 
ODA DIGITAL
 

Para Miguel Hernández,
Roque Dalton y Bertolt Brecht

 
Un hombre camina sin rostro
entre la multitud.
Solo deseaba pastorear sus cabras,
hacer el amor con su esposa.
Tiempo después, su mujer recibe
como despedida «Nanas de la Cebolla».
 
Un hombre cambia de apellido
cada mañana y olvida el verdadero.
La humedad de San Salvador
y el recuerdo a vodka
de la URSS
se le pegan al cuerpo
como si el hambre de vivir
fuese sarna
o una enfermedad incurable.
 
Un hombre sin lengua
escribe teatro,
porque es su única garantía
para no ser olvidado.
Años más tarde
en el diario Tagesspiegel,
un agente cita:
«Quería denunciar
a la Seguridad del Estado…
después murió de un infarto».
 
Soy un hombre carente
de rostro, apellido y lengua.
Estoy frente a una computadora.
Alguien cree que soy sospechoso
de un crimen que no he cometido.