Francisca Aguirre (Spagna)

Francisca Aguirre

 
 

Conocida como Paca Aguirre. Poeta y narradora española, nacida en Alicante. Ganó importantes premios literarios, por ejemplo, el Premio Nacional de Poesía 2011, fue declarada “Hija predilecta de Alicante” y recibió el Premio Nacional de las Letras 2018. Perteneció a la “Otra generación de los 50”.

Sus versos describen con claridad su condición de hija de la guerra “Ni siquiera el Libro de los muertos / puede darnos una razón”, habla sobre las inclemencias sociales con versos que reflejan el dolor, la desolación, la memoria, la conciencia y la soledad: “Cualquiera se puede morir, pero morir a solas es más largo”.
Su obra (de tardío reconocimiento) ha sido traducida a varios idiomas.

La obra poética de Paca, de influencia machadiana, deja una constancia de sus vivencias y esto ayuda sus lectores a reflexionar, a clarificar y a entender lo que no se entiende: “Un mar, creedme, necesito un mar, / un mar donde llorar a mares / y que nadie lo note”.
Sus últimos libros de poemas fueron Los maestros cantores (2011) y Conversaciones con mi animal de compañía (2012), sus versos maifiestan la cotidianidad, la memoria colectiva, la muerte, el paso y peso de los años con una mirada especial hacia lo clásico.

Rocio Bolanos

 
 
 
 
Ítaca
 
¿Y quién alguna vez no estuvo en Ítaca?
¿Quién no conoce su áspero panorama,
el anillo de mar que la comprime,
la austera intimidad que nos impone,
el silencio de suma que nos traza?
Ítaca nos resume como un libro,
nos acompaña hacia nosotros mismos,
nos descubre el sonido de la espera.
Porque la espera suena:
mantiene el eco de voces que se han ido.
Ítaca nos denuncia el latido de la vida,
nos hace cómplices de la distancia,
ciegos vigías de una senda
que se va haciendo sin nosotros,
que no podremos olvidar porque
no existe olvido para la ignorancia.
Es doloroso despertar un día
y contemplar el mar que nos abraza,
que nos unge de sal y nos bautiza como nuevos hijos.
Recordamos los días del vino compartido,
las palabras, no el eco;
las manos, no el diluido gesto.
Veo el mar que me cerca,
el vago azul por el que te has perdido,
compruebo el horizonte con avidez extenuada,
dejo a los ojos un momento
cumplir su hermoso oficio;
luego, vuelvo la espalda
y encamino mis pasos hacia Ítaca.
 
 
 
 
 
 
Testigo de excepción
 
Un mar, un mar es lo que necesito.
Un mar y no otra cosa, no otra cosa.
Lo demás es pequeño, insuficiente, pobre.
Un mar, un mar es lo que necesito.
No una montaña, un río, un cielo.
No. Nada, nada,
únicamente un mar.
Tampoco quiero flores, manos,
ni un corazón que me consuele.
No quiero un corazón
a cambio de otro corazón.
No quiero que me hablen de amor
a cambio del amor.
Yo sólo quiero un mar:
yo sólo necesito un mar.
Un agua de distancia,
un agua que no escape,
un agua misericordiosa
en que lavar mi corazón
y dejarlo a su orilla
para que sea empujado por sus olas,
lamido por su lengua de sal
que cicatriza heridas.
Un mar, un mar del que ser cómplice.
Un mar al que contarle todo.
Un mar, creedme, necesito un mar,
un mar donde llorar a mares
y que nadie lo note.
 
 
 
 
 
 
Inédito
 
Yo sé que un día, padre mío
tus palpitantes cuadros
recibirán incienso y mirra
en el desaforado
Museo del Horror
y también en el asombroso, intangible
Museo del Honor